BIOGRAFÍA

El por qué de todas las canciones.

Una mirada al pasado.

Mi nombre es Álvaro Sanz, aunque mi madre siempre me llamaba Al. Con los años también lo hizo mi hermana y mi padre de vez en cuando. Aunque de todos es sabido que si es por algo serio van a utilizar tu nombre al completo y perfectamente pronunciado. Escribo imágenes y hago canciones con ellas. Nací en Madrid en el 14 de julio del año 87, dos semanas más tarde de lo previsto, que en la vida hay que tener paciencia. Hace relativamente poco descubrí que fui concebido en Cádiz. Madrileño de nacimiento, gaditano de concepción, casi ná. Es un dato que me gusta contar con orgullo, más adelante entenderéis por qué.

Nunca mostré un particular interés por la música cuando era pequeño, si bien es cierto que tengo recuerdos muy potentes relacionados con ella. Mi madre siempre me cantaba Julio Iglesias y Roberto Carlos y yo terminaba las frases cuando apenas empezaba a hablar. Luego vinieron los viajes en coche con Juan Luís Guerra, Laura Pausini o las Navidades con Sinatra y Rod Stewart. A día de hoy me emociona escuchar muchas de esas canciones.

En el colegio y principio del instituto la asignatura de música no era particularmente interesante, supongo que por los profesores que tuve, por la flauta dulce, por el contenido en sí o por el poco tiempo e importancia que se le dedicaba como materia (una lástima visto con perspectiva).
Al año siguiente de dejar la música en el instituto, con 16 años descubrí lo que era una guitarra eléctrica, cosas de la vida. Recuerdo perfectamente el disco: The Mark, Tom and Travis Show de Blink-182. Luego vino mucha más música que te descubrían tus amigos y ese mismo año, después de flirtear con la guitarra de mi amigo Emi y con alguna otra que me prestaban, me compré mi primera guitarra eléctrica y mi primer ampli.

Primeros pasos y canciones: forma una banda, elige un nombre y toca.

En mi caso lo primero fue fácil. Antes incluso de tener mi propia guitarra, ya éramos 4 chavales con ganas de tocar. Quédabamos para ensayar los sábados o domingos por la mañana y nos podíamos tirar tocando el mismo riff una mañana entera a ver si nos salía mejor. A mí además me tocó cantar, pero yo estaba demasiado ocupado teniendo que tocar la guitarra a la vez. Nos grabábamos en cintas de casette (alguna sigue existiendo, pero esperaré a que valgan millones) y luego cada uno a practicar en su casa durante la semana.
Pasaron los meses y las cosas iban saliendo.  Dimos nuestro primer concierto en enero de 2004 y tocábamos de todo, desde punk-rock californiano, rock urbano y pop, nos daba bastante igual al principio. Tuvimos varios nombres: En Kalma, Sinno y finalmente Impulso.
Entre nombre y nombre a mí personalmente me cambió la vida un concierto de Fito & Fitipaldis, el 23 de septiembre de 2004 en Las Ventas. 17 añitos tenía yo. Acababa de venir de EEUU y ver a un tipo con esa energía cantando sus propias canciones, sin parar, delante de 18.000 personas era alucinante. Recuerdo pensar perfectamente «esto es lo que quiero hacer yo». Sabía que no iba a ser fácil pero empecé a escribir mis primeras canciones, cuidándolas mucho más.

Aquí la cosa se ponía seria, grabamos nuestra primera maqueta, era la época de Myspace y nos iba descubriendo gente. Hacíamos de todo lo que podíamos hacer, buscábamos salas para seguir tocando con otras bandas, conciertos benéficos, concursos y de vez en cuando algún viaje fuera de Madrid que para nosotros era como ser los Platero. Fueron unos cuantos años en los que el tiempo pasaba rápido. Conocimos mucha gente, ahorrábamos dinero para un futuro disco, nos estafaron 1.000€, nos caíamos y nos levantábamos.

Llegó el verano de 2010 y nos metimos a grabar nuestro primer disco «Maneras de clavar un alfiler». Para aquel chaval de los 16 esto era un sueño. Lo grabamos en Retroestudio con Roger Montejano y Roberto Aracil y lo produjo Iker Hernández, uno de mis fieles escuderos hasta el día de hoy. Presentamos el disco en Madrid en la sala Taboo con nuestro primer «Entradas agotadas» delante de 315 personas, giramos por toda España, íbamos a cualquier lado por 200€ o menos, dormíamos en el coche o donde nos dejasen. Empezábamos a tocar en festivales, hicimos unos 40 conciertos, mientras yo escribía el próximo disco, ensayábamos 3 días a la semana compaginándolo con trabajos. Todo giraba en torno a la música.
En 2012 llegó el segundo disco, repetimos fórmula y se notaba el desgaste. Dos de los componentes lo dejaron y entraron otros dos buenos amigos. La cosa crecía y sentíamos que no podíamos parar. Hicimos un lanzamiento más potente, más conciertos, pero los discos ya no se vendían como antes, venía menos gente a los conciertos, los ensayos quemaban más y eran casi una obligación con cero disfrute y muchas discusiones. En mayo de 2014 tras la salida de otro componente Impulso se separa tras 6 años vertiginosos. A día de hoy a mi me parecieron 15, con todo lo que vivimos.

Reinvéntate, toca fondo y continúa.

El año 2014 fue un año importante en lo personal, tanto para lo bueno como para lo malo. Salí de una larga relación, comencé otra, el sueño de un proyecto musical importante se había esfumado, conocí grandes personas, no tenía ni idea de qué hacer con la música… pero habría 3 cosas que marcarían el futuro en esta nueva etapa: conocer Los Caños de Meca en Cádiz (vuelta a los orígenes sin tener ni idea); la composición de nuevas canciones totalmente diferentes en género, música y letra después de una larga sequía; y el cáncer de mi madre. Aquí empezamos a tocar hueso.

En febrero de 2015 decido dar un concierto sólo con guitarra acústica, armónica y voz. No hay micro, no hay enchufes ni cables de ningún tipo. En el ya extinto Dog&Roll y con entrada gratuita nos juntamos más de medio centenar de personas cuando el aforo máximo era de 40. No cabía nadie más y tenías que pedir aire en la barra. Un ambiente de respeto máximo con un silencio y una atención que nunca había vivido.
Tal fue la experiencia que me replanteé todo.
Hice algún concierto suelto con este formato, ya que tuve un verano de músico de orquesta que me quitó mucho tiempo y energía y que con todos los respetos, no era para mí.
Seguí componiendo, escribiendo y a principios de 2016 junté 4 canciones para grabarlas con mi buen amigo Iker en Box in Box (Madrid) , con unos cuantos músicos que participaron en el EP. Canciones con el mar y Cádiz de fondo, que cerraban una etapa y que me permitían experimentar con estilos como el folk y el soul. «El lugar al que tengas que volver» salió en junio de ese mismo año pero no pude presentarlo como es debido. 

Podéis escucharlo aquí: 

El cáncer de mi madre empeoraba y aunque di algunos conciertos sueltos ese año, a finales decidí aparcarlo todo y dejar paso a lo realmente importante. El 18 de febrero de 2017, mi madre falleció. Yo me enfadé con el mundo y con la música. Cogía la guitarra y al haber tocado apenas un acorde la volvía a dejar. Estuve así casi un año, sin escribir ni tocar nada. Pero al final la propia música es quien te salva.
Escribí los primeros versos de «Hola mamá» en Los Caños de Meca (sí, otra vez), y aunque tardé mucho en retomarla, se liberaron muchas cosas. Tenía ganas de volver a cantar y subirme a un escenario. El 3 de febrero de 2018 hice un concierto homenaje tocando algunas de sus canciones favoritas y canciones que me recordaban a ella.
Una vez más este momento y todas las emociones y sentimientos que allí se palparon, reafirmaban que volvía a estar en el camino correcto.

"Soy todo lo que me has enseñado a ser"

Tocaba fijarse nuevos objetivos, nuevas metas. En mi cabeza rondaba ya la idea de un nuevo disco más ambicioso, pues tenía canciones nuevas que ya había ido juntando en estos 2-3 últimos años. Pero era el momento de disfrutar un poco más y hacer el camino acompañado. Todos los conciertos que había dado hasta la fecha habían sido en riguroso acústico y completamente solo. El cuerpo me pedía más. Desde que grabamos el EP anterior, tenía en la cabeza mi banda ideal con amigos cercanos, los cuales eran unos musicazos multi-instrumentistas y con los que podíamos montar algo especial. Eso y ahorrarme pagar a 7 músicos, que estaba la cosa mu’ mala (4 años después, la cosa no está mejor). Descolgué el teléfono analógico con cable elástico y dial giratorio (mentira) y me dispuse a llamarles. Los 3 dijeron que sí a la primera. Así pues, se unieron al proyecto:
Gabi Pérez (pedal steel, lap steel, dobro, weissenborn y mandolina).
Iker Hernández (bajo y teclado).
Guillermo Manzanares (batería y violín).

Corría el otoño de 2018, había conciertos en el horizonte, pero entre ensayo y ensayo, tendría lugar uno de mis mayores hitos como artista hasta la fecha. Más incluso que los 12 trabajos de Hércules. El verso «Qué guapa estás con alas» de Mi pequeña Lulú era escogido para decorar uno de los 1.100 pasos de peatones que estaba decorando el Ayto. de Madrid (el bueno, el de Carmena). Os cuento más detalles aquí para no alargarme.

Nos estrenamos con este formato en noviembre de ese mismo año y estuve dando conciertos hasta primavera para rodar esas canciones que no habían tenido casi recorrido, pero mi cabeza ya estaba puesta en el siguiente disco. Recordemos que ya habían pasado 2 años desde el lanzamiento de «El lugar al que tengas que volver» y una vida y media si contamos otros acontecimientos.
Llevaba unos 5 años, aproximadamente desde el final de Impulso, con un productor en la cabeza que era con quien quería grabar un disco importante. Había escuchado casi todo lo que había producido y todos esos discos me encantaban: Quique González, Miguel Ríos, Coque Malla, Morgan… Su nombre: José Nortes.

Así pues, me decidí a dar el paso y llamé o escribí a mi buen amigo Peto, que ya estaba al tanto de mis deseos desde hace tiempo y me puso en contacto con Jose. Recuerdo ver en la pantalla el conctacto durante algunos minutos, como si fuera el teléfono del mismísimo Elvis y ya me decidí a llamar. Me temblaba hasta la voz pero el trato con Nortes fue maravilloso. Me dijo que le mandase canciones para que les echara una oreja y durante la semana y pico larga hasta que me dio una respuesta, me subía por las paredes. Esa respuesta fue «Álvaro, me han encantado, ¿por qué no te vienes al estudio y nos conocemos?». Fui a los pocos días, hablamos de fechas, de la banda, de las canciones, me hablaba de artistas a los que admiraba y creo recordar que fue ese mismo día cuando me puso «Princesa» tocada por Los Rodríguez, que se habían vuelto a juntar para un homenaje a Sabina. Yo estaba flipando fuerte.
Y a partir de aquí empecé a cumplir uno de mis sueños.

Trabajo, paz y altura.

En este punto de mi vida, con el disco en mente como el proyecto más ambicioso de mi carrera musical tocaba ponerse a trabajar. Tenía un buen puñado de canciones como para que entraran en el disco, algunas antiguas, otras nuevas, pero lo que estaba claro es que tenían que estar las mejores. Por lo que el mantra fue seguir escribiendo hasta que empezáramos, casi, a grabar el disco. Tenía gran parte de la primavera y todo el verano para ello.

Al igual que el anterior, pasé todo el verano en Los Caños de Meca, en «Chez Madame Sifflez», la que por entonces era la casa de Pierre y Pat, a los que les tanto les debo. Muchísimas canciones, creo que más de la mitad de este disco empezaron, se pulieron o terminaron allí. Un sitio de paz, de luz. Sabina decía «sé que a Cádiz le debo mil canciones», las mias no han sido tantas, pero en el fondo sé que las suyas tampoco (risas).
Escribí Príncipe de las mareas como autorregalo de cumpleaños el 14 de julio. Creo que poca gente lo sabe, pero aunque la escribí en tercera persona, habla de mí; mi madre me llamaba así de pequeño en ocasiones, recuerdo perfectamente su voz diciéndome «a ver, tú, príncipe de las mareas» y luego quizá que recogiera o que la hiciera caso. Ese mismo verano terminé Cerámica de Talavera la más política del disco, aunque siempre digo que me la escribieron ciertos personajes políticos y sus perlas. Tenía ya 11 canciones, de las que había que elegir 10.

El verano tocaba a su fin y la vuelta a Madrid y a su rutina ya era una realidad, pero tenía muchísimas ganas con todo lo que tenía por delante. Al poco de llegar me reuní con Jose y volvimos a darle una escucha a las canciones y a poner una fecha exacta de comienzo de grabación con toda la banda: el 8 de noviembre de 2019. Pocos días después de volver de Cádiz, el 22 de septiembre, compuse Un plan perfecto en apenas 2 ó 3 horas. Eso no es muy normal que pase y menos a mí. La canción tenía algo y la ventaja de que era muy fresca, por lo que decidí grabarla con el móvil y mandársela a Jose y a la banda. Me dijo que creía que era su favorita y decidimos meterla en el disco. Hasta coincidimos en las 2 canciones que se tenían que quedar fuera, así que no hubo nada de sangre.

Las semanas previas a la grabación hicimos 2 ó 3 ensayos y se incorporaba a la banda como guitarrista mi querido Alberto Esteban «Peto», cosa que ya veníamos hablando meses. La idea era un formato de banda completo para grabar en directo en Black Betty: batería, bajo, 2 guitarras y el steel guitar de Gabi.
Y llegó el día.
Ilusión y nervios a partes iguales. Montamos todo el equipo como niños jugando en el recreo. Mientras Flech montaba la bate y Jose colocaba los micros, el resto elegíamos guitarras de entre las mil de Jose. Pedales, amplis, risas… Qué gozada joder. Nos pusimos a tocar como quien está en el local, empezamos con Príncipe de las mareas. No hicimos muchas tomas, 3 ó 4 y nos metimos al control a escucharlo… era flipante. Ya sonaba a disco y todavía no habíamos ni empezado. 
La idea era dejar bien grabadas y definidas las bases (batería y bajo) durante todo el finde, pero se dio tan bien que el sábado por la tarde ya lo teníamos todo. Recuerdo acabar reventado física y mentalmente, de tantas emociones y de volcar tantos sentimientos en las canciones.

 

Estuvimos todo el otoño y el invierno grabando más sesiones: recordings de guitarras, teclados, vientos, cuartetos de cuerda (off the record: se los grabó Flecher solo). Momentos chulísimos tomando decisiones con Jose o pensando y probando qué le podía ir bien a tal o cual canción, desde pasar el solo de guitarra de Hola Mamá por el Leslie hasta el duelo de theremines que nos hicimos Jose y yo para Cerámica de Talavera. Y esa misma tarde después de los theremines nos pilló la pandemia.

Como bastante se ha hablado de ella en todos estos años, no voy a ser yo el que le dedique más tiempo y daremos un pequeño salto temporal (música de ascensor muy larga).

Uf, qué viajecito. Bien, nos encontramos en verano, en julio concretamente, retomamos la grabación donde la dejamos con las tomas de voz. Teníamos terminadas ya unas cuantas. José cuidó mucho estas sesiones para que quedaran limpias y perfectas. Yo no estaba muy seguro al principio, pero confié en él (que pa’ eso me metí aquí) y escuchando el resultado con perspectiva, tenía toda la razón. Luego vinieron coros con toda la banda cantando y empezamos trabajar las mezclas. Entre medias de este proceso que ya rondaba el otoño de 2020, grabamos el videoclip de El Retrovisor en agosto. Toda una aventura con los medios, el tiempo y las restricciones que había en aquella época (no más de 4 en un coche, etc).

Lo lanzamos el 1 de diciembre y no os podéis ni imaginar lo que supuso para mí. Esa canción estaba escrita desde 2015. Llevábamos años trabajando en ella y había pasado más de 1 año desde que empezamos a grabarla. Era una liberación sacarla. Recibir el cariño de las personas que lo escuchasteis fue algo redentor, había merecido la pena todo el trabajo y la espera. Luego vinieron El último Pétalo y Complícame la vida. Y esto creo que os va a molar.
Volviendo a las restricciones, cuando grabamos El último pétalo, no podía haber más de 6 personas en la misma habitación, por lo que si habéis visto el videoclip, no os cuadrará mucho. ¡La magia del cine, amigos! Hicimos 2 horarios. En el primero estábamos Flecher, Iker, Gabi y yo delante de cámara, Andrea grabando y Jose en el control. En el segundo salió Flecher y entró Mamen. Grabamos planos generales e individuales de todos.
¿Y dónde estaba Peto? Con Covid, había dado positivo la misma semana de grabación. Así que grabamos su parte 3 semanas después él y yo solos (con la misma ropa y menos pelo) y con Edu en la cámara. Luego se lo pasó a Andrea, lo montó y quedó lo que veis.

Durante este 2021 el trabajo continuaba igual o más intensamente, ya que había que estar a la altura de todo. Toqué la puerta de muuuuchas discográficas y agencias de management. Respondieron 2 y con negativas debido a la situación. Así que me di cuenta de que esto me lo iba a tener que comer solo, pero como ya lo había hecho antes, el sabor me era familiar. Me puse con la maquetación y el diseño del disco, llamé a salas, bares, imprentas y duplicadoras para la fabricación del CD y merchan… y fui consiguiendo pequeños logros en forma de fechas en los sitios que no habían cerrado o que empezaban a programar conciertos. Junté 7 fechas, luego 10, 12… y la ansiada presentación de disco con toda la banda para febrero de 2022. A mediados de septiembre ya tenía todo el merchan y los discos físicos y casi lloro cuando llegaron a casa. Abrir y sujetar en tus manos algo que ha costado tanto… y todavía hay gente que te dice que es muy caro…¡Menudos haraganes!

Comencé la gira el 8 y 9 de octubre en Badajoz y Cáceres gracias a mi buen amigo Jorge Navarro. Personas como él me hicieron más fácil todo esto, cuando apenas nos conocíamos nada más que de vernos 1 ó 2 veces en persona y hablar por Instagram. Me abrió las puertas de su casa, comimos en Portugal, hizo de road manager como el mejor y me acompañó en todo momento. Porque sí amigos, la carretera está bien y puede molar mucho, pero en solitario es duro en muchas ocasiones. Yo sigo aprendiendo a disfrutarlo y a buscar los motivos que me lleven a la próxima gasolinera.

Luego vinieron todas las demás. Sitios en los que te tratan increíble y otros que no. Público que escucha atentamente y con respeto y otros que han venido a otra cosa, pero tienes que estar ahí para defender tus canciones. Y si luego vendes un disco, una camiseta, tienes un seguidor más en redes o recibes un simple «gracias», pues ya merece la pena. «Joder, pero es duro eso, ¿no?» Mucho, ya lo he dicho antes. Pero aún me queda tiempo hasta cambiarme al trap.

Bueno, no nos desviemos. En enero de 2022 empezamos los ansiados y temidos ensayos para la presentación oficial en la sala Moby Dick de Madrid. El 11 de febrero. Fecha grabada a fuego. Ensayos temidos porque volvía a haber un aumento de casos con la variante Omicron y se nos podía joder todo el trabajo y la espera. Afortunadamente no fue así. Era una gozada volvernos a juntar toda la banda desde la grabación del disco. 
Los ensayos fueron de lujo, rock, country y folk como si se fuera a acabar repasando TODAS las canciones del nuevo disco y las del anterior.
El mismo día del concierto con todos los nervios y los preparativos, tuvo lugar otro acontecimiento acojonante. Sobre las 15:00 de la tarde recibo un mensaje de mi padre que dice «Me están diciendo amigos que acabas de salir en el Telediario de TVE, ¿sabes algo?». Me fui corriendo a buscarlo en internet y efectivamente, «Mamáaa que salgo en la tele!». Podéis verlo aquí a partir del minuto 19:05. Empezaron a llegar mensajes de enhorabuena y felicitaciones y todos alrededor estábamos flipando. 

Todo estaba preparado, las entradas anticipadas se habían vendido más que nunca antes a pesar de toda la situación latente y la alineación titular era espectacular: Guille Manzanares «Flecher» en la batería y el violín, Iker Hernández al bajo y coros, Mamen Martínez a las teclas y coros, Alberto Esteban «Peto» en la guitarra y coros y Gabi Pérez al steel guitar y coros. Esa misma noche y en dos canciones tendríamos como invitado estelar a Manu Clavijo en el violín. La noche fue memorable, 16 canciones propias, 6 músicos en el escenario y una sala abarrotada. Si bien es cierto que no lo disfruté como me hubiera gustado por tener que estar pendiente de tantas cosas, después de todo ese tiempo no podría haberlo soñado mejor, de verdad lo digo. Si queréis revivir un poquito de aquella noche, no tenéis más que hacer click en el vídeo.

Los meses siguientes continuamos con la gira allá por donde pudimos con la alegría de pisar nuevos territorios y otros ya conocidos: Ponferrada, O Barco de Valdeorras, Vitoria, Miranda de Ebro, Sevilla, Asturias… Volvimos a la Moby Dick en octubre de 2022 cuando se cumplía un año de la salida del disco en otro concierto memorable con Jorge Navarro y José Nortes como invitados en «La vitrina de los errores» y «El Retrovisor» respectivamente y cumplí otro sueño más, que la vida va de eso.

Durante el otoño y el invierno de 2022-23 me he dedicado a seguir componiendo y maquetando material para ofreceros nueva música y nuevos contenidos lo antes posible, sin ninguna prisa, manteniéndome alejado del ritmo que marca la industria musical, pero más cerca de mis principios y de lo que me deja dormir tranquilo por las noches. Espero encontraros a mi lado en los próximos pasos.

 

 

Álvaro Sanz, marzo de 2023.